Las golondrinas de cerámica para colgar fueron muy populares entre 1950 y 1970, un periodo en el que resultaba habitual ver en las paredes de los balcones y patios de las casas grupos de estas evocadoras aves producidas en diversas fábricas de Manises, una de las que tenemos mejor documentada es la de Rafael Garcerá Calatrava, manufacturas que consiguieron transmitir mediante técnicas cerámicas básicas y con solo los colores blanco y negro la esencia de una de las aves peregrinas más apreciadas por los beneficios que aportan a la humanidad y por ser el recurrente marcador natural del inicio de la primavera.
También contribuyó a la buena aceptación de este tipo de piezas cerámicas la corriente popular post romántica, presente en aquellos años, que se vio favorecida por las numerosas ediciones que se publicaron en el segundo tercio del siglo XX de
las Rimas de Bécquer, una de las cuales —tal vez la más famosa— continúa siendo: Volverán las oscuras golondrinas…
Ahora, en 2025, Arturo Mora ha decidido ir más allá del blanco y negro tradicional y realizar una nueva serie de tres tipos de golondrinas de colgar en loza dorada, realizadas en diferentes tonalidades con la técnica del reflejo metálico, la mejor especialidad de su taller.
Autor del texto: Josep Pérez Camps
