La historia de la familia Mora se remonta a Pere Mora, alfarero originario de Altafulla (Cataluña), documentado en Reus, donde falleció en 1607. Su hijo Antoni Mora, productor de loza dorada, se trasladó en 1630 con su familia a Manises, incorporándose al Gremio de Mestres d’Obra de Terra. Desde entonces, la saga Mora ha estado ligada de forma ininterrumpida al arte de la cerámica.
Durante los siglos XVII y XVIII, varios miembros de la familia ocuparon cargos destacados en el gremio, como Pere Mora Sanchis (1728), Luís Mora Ramón (1728), Josep Mora Mir (1759) y Francesc Mora Sanchis (1787).
En el siglo XIX destacan Fernando Mora Gallego (1814–1878) y sus hijos Fernando Mora Osca y Vicente Mora Osca, responsables de dos fábricas reconocidas cuyas piezas policromas y en azul se conservan todavía. Ambos participaron en el movimiento historicista que rescató la técnica del reflejo metálico, arte que volvería a marcar la identidad de Manises.
La tradición continuó con sucesivas generaciones: Fernando Mora Osca (1837–1909) con Salvadora Zorrilla; Arturo Mora Zorrilla (c.1875) con Vicenta Zorrilla Albenca; Salvador Mora Zorrilla (1906–1958) con Soledad Escobar Sanchis; y Salvador Mora Escobar (1937–2008) con Joana Benavent Chulió.
Hoy, Arturo Mora Benavent (1970), junto a Cristina Villalba Mestre, representan la 14.ª generación, manteniendo viva una tradición familiar transmitida sin interrupción durante más de cuatro siglos.
Este valioso estudio genealógico fue documentado y completado por Rafael Requena Díez y Josep Pérez Camps, quienes han trazado con rigor la continuidad de la saga Mora desde sus orígenes en el siglo XVII hasta la actualidad.
